El panorama cinematográfico actual ofrece una amplia variedad de géneros que, a su manera, exploran las complejidades de la sociedad contemporánea. Desde comedias que abordan la dinámica familiar hasta superproducciones que critican abiertamente el clima político, el cine sigue siendo un espejo de nuestro tiempo. Dos ejemplos recientes, aunque de naturalezas muy distintas, ilustran esta diversidad: la exitosa comedia española “Padre no hay más que uno” y el rompedor blockbuster panindio “Lokah Chapter 1: Chandra”.
“Padre no hay más que uno”: el éxito de la comedia costumbrista
La película dirigida por Santiago Segura, “Padre no hay más que uno”, se consolidó como un fenómeno de taquilla en España desde su estreno el 2 de agosto de 2019. La trama presenta a Javier, un hombre convencido de tener todo bajo control, pero que no colabora en absoluto con su mujer en las tareas del hogar ni en el cuidado de sus cinco hijos. Su realidad da un vuelco cuando su esposa decide tomarse un respiro y viajar, dejándolo solo al mando de la caótica vida familiar. Esta experiencia, que sirve como punto de partida para innumerables situaciones cómicas, acaba transformando la vida de todos los miembros de la familia para siempre.
Con una duración de 95 minutos, esta producción española contó con un presupuesto de 3,4 millones de dólares. Su excelente acogida por parte del público se tradujo en una recaudación en taquilla que alcanzó los 15.894.372 dólares, confirmando el gran atractivo de las historias que, con humor, reflejan situaciones cotidianas y roles de género tradicionales para darles la vuelta.
“Lokah Chapter 1: Chandra”: un blockbuster panindio que rompe moldes
En el otro extremo del espectro cinematográfico, “Lokah Chapter 1: Chandra”, de Dominic Arun, emerge como una de las superproducciones panindias más progresistas hasta la fecha. En un mercado altamente competitivo, marcado por el éxito de la saga “Baahubali”, muchas producciones han optado por una fórmula que exalta la mitología hindú, el nacionalismo, la islamofobia y la misoginia para atraer al gran público. Se trata de una estrategia que a menudo resulta simplista y deshonesta, dirigida a un espectador masculino con mayor poder adquisitivo.
El filme de Arun, sin embargo, se desmarca de esta tendencia. Es una propuesta ambiciosa y subversiva que no se apoya en la bravuconería masculina, el nacionalismo tóxico ni en una reinterpretación problemática de la mitología hindú. La película demuestra una notable conciencia política, introduciendo elementos de la realidad social india en su trama. Por ejemplo, un sospechoso de asesinato es rápidamente etiquetado como “terrorista” y se emite una orden de arresto bajo la controvertida ley UAPA (Ley de Prevención de Actividades Ilícitas). Aunque este detalle pueda parecer discordante en una obra que mezcla la fantasía de novela gráfica con el folklore, la comedia romántica y la comedia “fumeta”, es un reflejo de una valiente toma de conciencia por parte de sus creadores.
El cine como herramienta de denuncia
Esta aproximación a la realidad no es un caso aislado en la industria india. Hace apenas unos meses, otra película de acción, “L2: Empuraan”, comenzaba su narración representando el pogromo antimusulmán de Gujarat en 2002. En el mismo largometraje, los líderes de la oposición que se presentan a las elecciones son arrestados por orden de un poder establecido que parece jugar la carta del nacionalismo hindú. De una forma casi poética, la realidad imitó a la ficción cuando las oficinas de los productores y del director de “L2: Empuraan” fueron objeto de redadas por parte de la Dirección de Ejecución y la Agencia Tributaria, validando así la crítica que la propia película planteaba.